dimecres, 26 de març del 2014

Carta final



Hace ya un año y medio que mi familia me empujó a enseñar lo que hacía en casa desde que era pequeño. Y digo desde pequeño porque recuerdo que materiales como el fondant, los moldes o los cortantes de galletas los tenía que pedir a una tienda de Madrid, que los importaban desde Argentina y los vendían como productos que casi nadie conocía. Hacía monas de chocolate para mi familia cuando el pequeño de la casa era yo... Bizcochos, flanes, cremas, galletas... de todo. Ahora está más de moda que nunca y todo el mundo se apunta.

Hace unos meses  empecé a enseñar el resultado de mi hobby. Compañeros de trabajo, amigos, conocidos y familia vieron que aquello podía quedar muy bien como punto y final a su celebración familiar y, con confianza, me pedían que les hiciera algo espectacular. He puesto horas de esfuerzo, noches enteras de trabajo, mucho dinero sólo recompensado con la cara de satisfacción de quien recibía el postre en cuestión, enfados conmigo mismo porque aquello no salía ni a la primera ni a la quinta... pero todo tenía su recompensa: la satisfacción  personal de haber sido capaz de hacer algo único y artístico. Hasta he llegado a pensar que muchos se habrán llevado la idea de que debo ser idiota por poner tanto esfuerzo y ellos sólo pagarme justo el material. Justito, justito. Eso de “trabajar por amor al arte” se me puede aplicar perfectamente. Pero yo estaba contento así. Mi trabajo es otro. Ésto sólo era un hobby y me gustaba enseñarlo, como quien enseña sus fotografías o sus artículos en su blog personal.

Desde hace un tiempo, ese hobby ha ocasinado más disgustos que recompensas. ¿Quien lo diría ,verdad? ¿Cómo puede ser que encerrarse a disfrutar en la cocina pudiera llegar a ocasionar tantos problemas exteriores? ¿ Cómo puede ser que, al final, sea preferible guardarse la imaginación bien dentro a darle rienda suelta? Pues es así. A otras personas  estos problemas les darán igual e incluso les impulsarán. Serán más maduras que yo. En mi caso, y desde siempre, esas situaciones han acabado repercutiendo en mi salud, en el estado anímico y, ahora ya de mayor, en la vida familiar. Y con esta edad, ya no cambio. Por lo tanto, antes de que sea más grave, me bajo del tren.

De la misma manera que un día de octubre de 2012 decidí enseñar mis postres caseros, hoy decido que hay que acabar la etapa. Lo hago por mi familia y por mi salud. No vale la pena. Supongo que en casa podré seguir haciéndome unos macarons de vainilla o unos cake pops de chocolate. Supongo. Espero que no le moleste a nadie. Ya miraré de no matarme mucho por si a caso. Espero que tampoco se molesten aquellos amigos que me pedían postres para sus casas y que a partir de ahora recibirán un no por respuesta. Me sabrán perdonar, seguro. A partir de ahora me estaré quieto en una silla, sin molestar a nadie.

Por lo menos ya no habrá fotografías en internet que despierten sentimientos escondidos y, sobre todo, no reconocidos. Muchísimas gracias a todos por hacerme sentir realizado durante este tiempo. De vez en cuando ese sentimiento se agradece. Y que conste que ésto me duele tanto como dejar abandonado en la calle a un hijo mío. Suerte que en este caso, ese hijo no piensa y sólo está en mi imaginación. Será cuestión de mirar hacia otro lado. 

Gracias.

dimarts, 25 de març del 2014

Cake pops pájaros

Carme, un amiga personal, organizaba una fiesta con familia y amigos para celebrar el cumpleaños de su hija Xènia. Pensó en un postre original y divertido para ofrecer a sus invitados al acabar la cena y me pidió que le preparara unos "cake pops". La versión que hoy enseño es la infantil. También me pidió otros un poco más serios para los adultos. Se me ocurrió que cada uno de estos "cake pops" podría ser un pájaro. Los podía colocar dentro de una jaula y así el resultado sería más sorprendente. De nuevo me puse con el bricolaje y la carpintería y el conjunto acabó así. 


¿Para qué vamos a poner estos "chupa chupa" de bizcocho en una simple bandeja si lo podemos hacer dándole más sentido a lo que representan? Me hizo mucho gracia que la cumpleñera se quedó un buen rato mirando los pájaros a través de los barrotes de la jaula. Casi casi como si fueran de verdad. 


El bizcocho con el que están hechos los "cake pops" es de chocolate. Lo mezclé con crema de chocolate y los bañé el chocolate blanco con un punto de colorante amarillo. Los ojos, el pico, las alas... son todos de fondant y enganchados con el mismo chocolate blanco. Es una delicia trabajarlo, la verdad. Hasta les hice una cresta.


Y lo que acaba de darle la gracia a cada pajarillo en la cola. Le puse una pluma de mona de pascua a cada pájaro y el resultado quedó super colorido. En cuanto al entorno, ya veis que se encuentran dentro de una jaula. Está hecha con goma eva dorada brillante. Este material es fantástico como complemento para bandejas y presentaciones de pasteles. 


Una vez hechos, coloqué cada pájaro dependiendo del color de su cola. Así daba la sensación de arco iris que es más agradable a la vista. Lo que desconozco es si ellos se percataron del detalle o pasaron directamente a comérselos. 


Y aquí vemos la jaula desde arriba. Sólo queda decir una cosa... ¡¡¡Muchas felicidades, Xènia!!!


dissabte, 22 de març del 2014

Pastel autocar Plana

Una de las compañías de autobuses que operan por la zona donde vivo es Autocares Plana. El padre del protagonista de la historia de hoy trabaja para esta compañía y su padrino quería regalarle una reproducción de uno de sus autocares. Pero esta reproducción iba a ser comestible. Así quedó. 


La reproducción debía hacerse teniendo en cuenta el destinatario, un niño de tan sólo dos años. El autocar parece circular por una carretera de curvas y está copiado de forma más bien ingenua. 


Por dentro se trataba de un enorme bizcocho de chocolate, mojado en almíbar de vainilla, crema de fresa entre cada una de las capas y forrado con ganache de chocolate negro. Una fina capa de fondant blanco me sirvió para poder hacer la decoración característica de estos autobuses. 


Con la ayuda de aerógrafo le dí algunas sombras al autocar con la intención de hacerlo un poco más real. Y lo mejor de todo fue la reacción del padrino de Dani cuando vino a buscar el pastel. Ya es el cuarto encargo que nos hace y siempre se queda sorprendido un buen rato mientras mira el pastel. 


Y por último aquí tenemos el pastel envuelto y listo para ser entregado. 


dimecres, 19 de març del 2014

London party

Se acercaba el 40 cumpleaños de un familiar y su pareja me había encargado el pastel. Al ser una celebración más bien informal pensé en facilitar al máximo el hecho de cortar el pastel y que cada invitado se sirviera. Pensé en montar un expositor de cupcakes coronado por un pastel de medida pequeña por si alguien se quedaba con ganas de más. Así quedó. 


El interior del pastel era un bizcocho de chocolate dividido en varias capas y entre cada una de ellas pusé una "buttercream" con aroma a vainilla. Estaba completamente cubierto con ganache de chocolate negro y tapado con una fina capa de fondant. En cuanto a los cupcakes, todos eran de bizcocho de chocolate y rellenos con praliné de avellanas. La mitad llevaban un "frosting" de vainilla con azúcar dorado y la otra mitad de chocolate con virutas de chocolate negro.  ¡¡¡Y volaron!!! De hecho voló hasta el pastel que yo pensaba que se iba a quedar de adorno.


En cuanto a la decoración, ya veis que el pastel tenía la bandera inglesa en la parte superior. La pinté con aerógrafo y utilizando un par de plantillas. Después, con colorante negro le acabé de dar el toque de envejecido. Lo importante es que no quedara una bandera perfecta sino algo más informal. 


A los cupcakes quise también darles el toque "british" que pretendía desde el principio. Por eso los coloqué dentro de unos "wrappers" azules y rojos con una banda blanca en la que se leía el nombre del protagonista de la fiesta. Clavadas en la crema puse estas fotografías de uno de los mercadillos londinenses típicos del cumpleañero: el mercado de Camden.


Aquí se aprecian las fotografías más de cerca, con los productos que hay a la venta, el público y las paradas. 


 

Y así es cómo quedó presentado el pastel momentos antes de ser consumido por los invitados. ¡¡¡De nuevo le deseamos muchas felicidades, Ivan!!!


Buñuelos de cuaresma

Esta época del año tiene muchas cosas que me gustan especialmente. El día parece que empieza a alargarse, la temperatura invita a salir a la calle, apetece pasear un ratito bajo el sol, y si te pasas por el escaparate de alguna pastelería seguro que empezarás a ver cosas realmente buenas. Una de esas recetas apetecibles son los buñuelos de cuaresma, o buñuelos de viento. Hace años que los hago en casa pero nunca había dado con la receta definitiva, aquella que me permitiera obtener unos buñuelos esponjosos, tiernos y bien rellenos de masa. La mayoría de recetas que circulan por la red sobre buñuelos de cuaresma te permiten hacer buñuelos, sí, pero no quedan esponjosos y cuando los abres estan vacíos por dentro. Pues éste no es el caso de la receta que hoy os dejo. De momento os enseño como quedaron. 


Ingredientes:

400 g de harina de fuerza
70 g de azúcar
1 pizca de sal
1 sobre de levadura de panadero
250 ml de leche
1 huevo mediano
50 g de mantequilla a dados y en pomada
Esencia de naranja




1. Ponemos en la amasadora por orden la harina, el azúcar, la levadura y la pizca de sal. Incorporamos el huevo, la leche templada, el aroma de naranja y los dados de mantequilla. Amasamos durante 10 minutos. 
2. Tapar el bowl con papel de film y dejar reposar toda la noche o unas 8 horas. Cuanto más tiempo repose, más esponjosos quedarán.
3. Sacamos el aire de la masa y la estiramos sobre una hoja de papel encerado hasta que tenga 1 cm de grosor. 
4. Con la ayuda de un cortador redondo vamos cortando la masa como si se trartara de unas galletas. Deben tener un diámetro de unos 2.5/3 cm. También podemos cortarlos en forma de rosquilla, con un agujero en medio.
5. Las colocamos en la bandeja del horno sobre papel encerado y ligeramente separadas para que pueden levar bien.
6. Dejamos levar hasta que cuadripliquen su volúmen (3 horas a temperatura ambiente o 1 hora dentro del horno a 30 grados).
7. Con mucho cuidado de no tocar demasiado el buñuelo, los vamos friendo en abundante aceite de girasol. Es importante que el aceite no esté demasiado caliente para que no se nos quemen en seguida y se hagan bien por dentro. También es importante que la cantidad de aceite sea suficiente para que el buñuelo no toque el fondo. 
8. Le damos algunas vueltas y en menos de un minuto lo tenemos hecho. Vale más que no coja demasiado color. Así estará más tierno. 
9. Los colocamos sobre papel absorvente.


Ya sólo nos queda darles el último toque. Una vez los hayamos tenido unos 5 minutos sobre el papel absorvente, los mojamos ligeramente con anís y los rebozamos con azúcar. Y ya los tendremos listos para comer. Cuanto más recien hechos, más tiernos y buenos los encontraremos.  A ver qué os parecen. Os dejo una última imagen en la que podreis ver lo esponjosos que quedan.






dissabte, 15 de març del 2014

Pastel mar de Cambrils

Irene se puso en contacto con BarretoCAKES con la intención de pedirnos un pastel para un amigo. Resulta que es un apasionado del mar e Irene quería que ése fuera el tema principal. Él, Cristian, cumplía 33 años así que no podía ser un pastel ambientado en el mar con una estética infantil. Después de mucho pensar, quedó así. 


Como si de una escultura se tratara, quise representar el mar, con su color verde-azulado, las olas y una pequeña barca, justo delante del pastel. Pensé que sería una forma moderna de tematizar el pastel sin caer en la típica representación del mar con sus peces, sus algas y las burbujas de aire en el agua. 


La "escultura" en sí está hecha con fondant blanco y pintado con aerógrafo. Es la forma ideal de crear degradados de colores y dar sensación de volúmen y profundidad. 


La barca y los elementos marinos están hechos con pasta de modelar y pintados con colorante marrón y aerógrafo. Todo este conjunto destaca delante de un primer cubo negro. El pastel en sí se encuentra en la parte superior, rodeado por una cinta dorada. 


La combinacion de colores era arriesgada (azul, marrón, negro, blanco y dorado) pero me gustó cómo quedaba al verlo todo junto. 


Por dentro, el pastel era un bizcocho de chocolate, mojado en almíbar de vainilla, crema de naranja entre las capas y cubierto con ganache de chocolate negro. Una fina capa de fondant blanco de unos dos milímetros acababa de rematar la parte superior del pastel. 


Y aquí lo vemos listo para ser entregado. Sé que lo disfrutaron. 


dijous, 13 de març del 2014

Pastel violeta con flores blancas

Hacía meses que un compañero de trabajo me había encargado este pastel para su mujer. Le estaba organizando una fiesta sorpresa para celebrar su 50 cumpleaños y quería un pastel elegante y espectacular. En seguida tuve clara la idea, más aún conociendo también a la protagonista del evento. Así quedó. 


Conociendo a la destinataria del pastel no podía fallar en la elección del modelo. Así que pensé en algo blanco, con algún toque de color y flores también blancas pero trabajadas. A última hora decidí sustituir la cinta de raso lila que ya tenía comprada por esta cinta de brillantes que le aportan un punto de sofisticación al conjunto. 


Preparé pétalos y flores con una semana de antelación para que la humedad del ambiente no me jugara una mala pasada. Una vez secas las fuí enganchando al fondant con la ayuda de glasa real. 


Al ser un pastel tan sencillo, las paredes de los diferentes pisos no irían tampadas con ningún adorno. Así que tuve que dejar los laterales lo más finos e igualados posible cosa que conlleva aún más esfuerzo. El ganache de chocolate negro que suelo utilizar ayuda bastante a que el pastel quede regular. Después hay que corregir imperfecciones con la paleta y ponerle mucha decicación. 


Y la bandeja que acostumbro a utilizar se convirtió en este caso en un soporte de cristal. Pensé que le aportaría elegancia (además de inestabilidad). Lo que llegamos a padecer para llevar el pastel hasta el punto de la celebración sólo lo sabemos nosotros, y las cervicales de mi mujer. 


El pastel era un bizcocho muy tierno y esponjoso de chocolate, mojado ligeramente en almíbar de vainilla, crema de vainilla entre cada una de las capas y cubierto con ganache de chocolate negro. Por último puse una fina capa de fondant para poder hacer la decoración blanca.  


La reacción posterior fue muy satisfactoria. Tanto el organizador de la sorpresa, como la protagonista de la fiesta me comentaron que el pastel les había encantado, que los asistentes habían abandonado la idea de que estos pasteles son muy dulces y que les encantó la ganache de chocolate que lo envolvía. Hasta el personal de cocina se sorprendió de ver este pastel y nos felicitaron. 


Lo mejor de todo es que, a pesar de los fallos que uno mismo ve en su trabajo, el resultado fué el que pretendía. Y que los demás lo valoren es ya el no va más. ¡¡¡Maite, felicidades!!!