En muchas ocasiones, la culpa de que un postre tenga más o menos éxito depende de la presentación. A estos cupcakes quise darles un aire primaveral. Así que tirando de color y de flores, acabaron quedando así.
Todos los cupcakes tenían bizcocho de chocolate, tierno y que casi se deshace en la boca. Para que quedara más jugoso les añadí un punto de jarabe de chocolate a unos y praliné de avellanas a los otros.
En cuanto al frosting, había tres tipos diferentes: fresa, chocolate y praliné.
Lo normal es tapar todo el bizcocho con la crema que se haya elegido. Pero para ser sinceros, muchas personas prefieren que los cupcakes no queden tan dulces y no sean empalagosos. Así que con un poco de fronting hay suficiente.
Los "wrappers" y las etiquetas con lazos están expresamente hechas para la ocasión. Todo a mano...
Y así es cómo quedó la bandeja antes de que los invitados empezaran a servirse. Era todo un jardín de flores con un olor más que apetecible.