¿Conoceis el dicho de "en casa de herrero, cuchara de palo"? Pues se puede aplicar perfectamente a mi casa. Cuanta más confianza hay, más pequeño es el pastel con el que celebramos los cumpleaños. En esta ocasión mi hija Marina celebraba su octavo aniversario y decidí llevar un enorme pastel de golosinas al restaurante.
Sobre una base de color violeta fuí colocando toda esta cantidad de golosinas. Quería que la combinación de colores fuera alegre, vistosa y bien conjuntada.
Y no hace falta decir que en cuanto trajeron el pastel a la mesa toda la familia empezó a "destrozar" el conjunto y a comerse estos dulces postres.
Pues ya conoceis otra manera diferente de poner el punto y final a una fiesta.
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