dilluns, 27 de gener del 2014

Primeros macarons

Mira que llevaba tiempo queriendo intentar hacer macarons. Por una cosa y por otra no encontraba nunca el momento. Hasta que una mañana me llama Angelina y me pregunta si le puedo hacer un pastel a su hija Marina para su cumpleaños y unos... macarons. "Hombre, poder se puede. Yo lo intento y si salen, pues perfecto. Pero no te aseguro nada". Ya no había marcha atrás. Tenía que ponerme las pilas para buscar la receta definitiva que me diera garantías de que los macarons saldrían bien. Así quedaron. 

Estuve comparando recetas, mirando foros, leyendo comentarios de lo difíciles que eran. Al final hice una mezcla de todas las opiniones y me hice con la mía propia . Ahora sólo faltaba que realmente quedaran bien.  


Para ello puse 3 claras de huevo (112g) en la nevera el día anterior para que perdieran humedad.  

Al día siguiente tamicé en un bol 116 g de almendra molida y 210 g de azúcar glas. Lo tamicé un total de tres veces todo junto. Reservé. 

En la batidora puse las clasas a montar. Cuando empezaban a montar les añadí una pizca de sal. A continuación se le vierte 56 g de azúcar blanquilla poco a poco. Se deja batir hasta conseguir un merengue que al girar el recipiente de la batidora no caiga. Es el momento de mezclar con movimientos envolventes el merengue con la mezcla de azúcar glas y almendra que teníamos reservada. Lo mezclamos a mano durante unos 4 minutos hasta conseguir una pasta. Al dejarla caer con una cuchara tiene que caer poco a poco, creando como un hilo contínuo. Le añadimos el color que queramos. Ponemos la masa en una manga pastelera y empezamos a hacer círculos sobre un papel encerado que habremos puesto sobre la bandeja del horno. Los círculos tienen que estar separados unos 2 centímetros para asegurarnos de que no se nos enganchen.


Éste es uno de los puntos importantes (otro más) de la elaboración de los macarons. Tenemos que dejar que cada uno de los círculos tengan la parte superior seca, de manera que al tocarlo no se nos enganche al dedo. Yo directamente hice servir un método más rápido: puse la bandeja 20 minutos en el horno a 30 grados, lo mínimo. Pasado ese tiempo los toqué y ya no se enganchaban. Era el momento de hornearlos. 


Se precalienta el horno a 170 grados. Lo bajamos a 145 grados e introducimos de nuevo la bandeja. Los tendremos 12 minutos, pero cuando lleguemos a los seis abriremos el horno un momento por si se ha creado mucha humedad en el interior.  Vigilamos que no se nos quemen. Pasado ese tiempo, los sacamos, los dejamos enfriar y a la nervera 24 h. Los rellenamos con alguna crema y los volvemos a dejar en la nevera 24 horas más. A partir de aquí tienen que estar buenísimos sí o sí.


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