No sé si es la primavera, el hecho de que las horas de sol se alarguen o qué pasa pero esto ya empieza a olerme a semana santa y monas de pascua. La estética del pastel que hoy os traigo perfectamente podría servir para que un padrino le regalara un pastel a su ahijado el lunes de pascua. Sólo faltaría añadirle algo de chocolate y listo. El pastel de hoy está ambientado en el mundo de la abeja Maya.
El pastel serviría para celebrar el aniversario de dos hermanos que cumplían 3 años. Así que el pastel debía resultar muy infantil y con colores llamativos. El piso inferior estaba forrado en fondant verde y le fui aplicando tiras redondas de fondant como si se tratara de ramas. Recorté unas cuantas hojas en pasta de modelar y las fuí enganchando con glasa a las ramas. El piso inferior acababa con unas rocas, unas pequeñas mariquitas y esas flores amarillas. Todo está pintado con aerógrafo.
En la parte superior pinté el paisaje que se intuye entre tanta hoja. Primero tenemos la hierba y después el cielo con los pájaros. Os preguntareis de qué material están hechos los personajes. Pues son los típicos de plástico que encontramos en las tiendas de juguetes. La persona que me encargó el pastel me dijo que era la opción ideal porque así los niños podrían jugar con ellos con tranquilidad.
En cuanto al interior, el pastel era un bizcocho de chocolate, mojado ligeramente en almíbar de vainilla, con crema de naranja entre cada capa y cubierto con ganache de chocolate negro. Por encima encontramos un fina capa de fondant que nos permite hacer la decoración que corresponda; en este caso, un paisaje.
Y aquí tenemos el pastel listo para ser entregado.
Por lo que me comentaron después, se quedaron sorprendidos por el diseño de la tarta y de que "el interior fuera tan bueno". Por lo visto han probado otros pasteles decorados con fondant y el interior les había defraudado. Pues ahí estamos, mirando de que la expectativa no decaiga entre el exterior y el interior.
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