dijous, 13 de març del 2014

Pastel violeta con flores blancas

Hacía meses que un compañero de trabajo me había encargado este pastel para su mujer. Le estaba organizando una fiesta sorpresa para celebrar su 50 cumpleaños y quería un pastel elegante y espectacular. En seguida tuve clara la idea, más aún conociendo también a la protagonista del evento. Así quedó. 


Conociendo a la destinataria del pastel no podía fallar en la elección del modelo. Así que pensé en algo blanco, con algún toque de color y flores también blancas pero trabajadas. A última hora decidí sustituir la cinta de raso lila que ya tenía comprada por esta cinta de brillantes que le aportan un punto de sofisticación al conjunto. 


Preparé pétalos y flores con una semana de antelación para que la humedad del ambiente no me jugara una mala pasada. Una vez secas las fuí enganchando al fondant con la ayuda de glasa real. 


Al ser un pastel tan sencillo, las paredes de los diferentes pisos no irían tampadas con ningún adorno. Así que tuve que dejar los laterales lo más finos e igualados posible cosa que conlleva aún más esfuerzo. El ganache de chocolate negro que suelo utilizar ayuda bastante a que el pastel quede regular. Después hay que corregir imperfecciones con la paleta y ponerle mucha decicación. 


Y la bandeja que acostumbro a utilizar se convirtió en este caso en un soporte de cristal. Pensé que le aportaría elegancia (además de inestabilidad). Lo que llegamos a padecer para llevar el pastel hasta el punto de la celebración sólo lo sabemos nosotros, y las cervicales de mi mujer. 


El pastel era un bizcocho muy tierno y esponjoso de chocolate, mojado ligeramente en almíbar de vainilla, crema de vainilla entre cada una de las capas y cubierto con ganache de chocolate negro. Por último puse una fina capa de fondant para poder hacer la decoración blanca.  


La reacción posterior fue muy satisfactoria. Tanto el organizador de la sorpresa, como la protagonista de la fiesta me comentaron que el pastel les había encantado, que los asistentes habían abandonado la idea de que estos pasteles son muy dulces y que les encantó la ganache de chocolate que lo envolvía. Hasta el personal de cocina se sorprendió de ver este pastel y nos felicitaron. 


Lo mejor de todo es que, a pesar de los fallos que uno mismo ve en su trabajo, el resultado fué el que pretendía. Y que los demás lo valoren es ya el no va más. ¡¡¡Maite, felicidades!!!


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